jueves, 31 de julio de 2014

Celsius 232 - 30/07/2014

Desgraciadamente este año sólo pude asistir un día al festival Celsius 232 que se celebra anualmente en Avilés, siendo esta su tercera edición. Por motivos personales tuve que asumir que no podría ir los cuatro días que dura, con lo que decidimos ir - mi pareja y yo - el día 30 para aprovechar y celebrar nuestro aniversario rodeado de gente conocida y apreciada, buenos escritores y un genial ambiente protagonizado por aficionados a la ciencia ficción y la fantasía.

De lo que vino a ser la mañana y la tarde que pasamos allí no tengo muchas fotografías. Estaba demasiado entretenida jugando a juegos de mesa o cosas semejantes como para pararme a sacar la cámara. Debí sacar como cuatro fotografías de mis amigos jugando al juego de dados de Cthulhu - quien no conozca a Cthulhu no sé qué hace aquí, pero le dejo este enlace a la wikipedia para que pueda descubrir quién es. Por eso, las fotografías que voy a dejar aquí son de mis compras - o mis rehenes, como las llamo cariñosamente.

Para ir al festival mi pareja y yo nos levantamos a las siete y media de la mañana. Es lo que tiene de malo vivir lejos del centro de Asturias, tirando hacia el occidente: uno tiene que coger autobuses que duran dos horas y que salen cada mucho tiempo. Concretamente nuestro autobús fue el de las nueve de la mañana y se trataba del que hacía muchísimas paradas. Por tanto, llegamos al festival a las once, cuarenta minutos antes de que empezase la charla sobre el relato corto Los anillos de Beta Hidry de mi amigo Iván García. Por esas horas de la mañana todavía no habían empezado mis compras.

Dimos un paseo por todo el recinto, acompañados ya de nuestros amigos Javi y Nacho y vimos la conferencia ya mencionada, que fue muy genial pero duró menos de lo que esperábamos. Le compré otro relato para que se lo dedicase a una amiga - yo ya tengo mi relato dedicado de cuando le invitamos a dar una conferencia en el CometCon. Tras esto, poco más hicimos. Se nos unió mi muy querido Toño, al que no veía desde hace tiempo y al que me hizo mucha ilusión ver, más aún pasar la tarde también con él. Nos quedamos todos como tontos comprando chapas en uno de los puestos. Yo me hice con seis chapas: Lara Croft - del nuevo Tomb Raider -, Elizabeth la del Bioshock Infinte, Ellie y Joel de The Last of Us, Batman y el escudo de Battlestar Galactica - que le regalé a Miguel. De todas ellas hay foto. 

Comimos en el Burguer King y ¡no sabéis cuánto tiempo puedes tirarte hablando de chorradas varias! Iván se nos unió en la sobre mesa y seguimos hablando de tonterías hasta que decidimos regresar a la zona donde se celebraba el festival - el burguer queda un poco a desmano. Tuvimos que esperar como una hora y media hasta que volviesen a abrir todos los puestos, excepto el de las chapas, que seguía abierto. Allí me compré Neverwhere de Neil Gaiman en una edición bastante antigua que me fascina haber encontrado. Tengo que decir que por la mañana me hice con Batman desde la Periferia, un recopilatorio de artículos sobre el caballero oscuro. Creo que fue justo cuando abrieron los demás puestos cuando me compré el tomo dos de Fábulas edición de lujo.

Hicismos más tiempo jugando al lobo - desgraciadamente Iván tuvo que irse - para poder ir a la conferencia de Ian Watson sobre su libro electrónico Marte, Stalin y enanos gigantes. Tengo que decir que hasta la conferencia yo no conocía al autor, sino que simplemente fuimos porque el nombre nos hizo gracia. Me enamoré de ese hombre. Entre el acento británico y su sentido del humor... acabé comprando un código promocional para comprarme su libro y me dedicó el cartoncillo donde estaba el código, con la portada del libro por el otro lado. ¡Muy satisfecha me encuentro con este descubrimiento! - toma pareado absurdo.

Tras esto se nos unieron Adrián y María - a él ya lo conocía pero a ella la conocí en el evento y la verdad es que estoy muy contenta de haber pasado tiempo con ellos. Y desde ese momento hasta que tuvimos que coger el autobús de vuelta a las ocho y media estuvimos jugando al lobro de nuevo. Eso sí, antes de irnos aproveché para comprarme una taza de Green Arrow en el puesto de las chapas - que estaba lleno de cosas geniales. Y, de pasó, le compré una taza de Battlestar Galáctica a mi querido Miguel.

Tengo que decir que también compré el libro Futu.re de Dmitry Glukhovsky para regalárselo a Miguel, pero como firmaba libros esta tarde y nosotros no podíamos asistir, se lo dejé a Toño para que le consiguiese una dedicatoria de mi parte. No lo incluí previamente porque, junto con la taza de Battlestar Galáctica, no pude sacarle fotografía - la taza la tiene su dueño, pero en otro sitio fuera de mi alcance en estos momentos. 

Y eso fue todo. Es una verdadera pena no poder asistir los cuatro días que dura el festival, pero el año que viene será. Por este año me conformo. ¡Y mañana estrenan Como entrentar a tu dragón 2! Creo que no podré ir al estreno, pero de este fin de semana no pasa ir al cine, ¡soy demasiado fan!. Nada más por hoy - y por esta entrada. Dejo aquí las fotos de las cosas que me compré. ¡A cuidarse!



















Todas mis adquisiciones o "rehenes" excepto las que le compré a Miguel.



martes, 22 de julio de 2014

La nueva cinemática de League of Legends, A New Dawn, me ha encantado.

Dejo aquí el vídeo de la cinemática y el vídeo de detrás de las escenas, que es curioso de ver y a mi me ha gustado bastante también, sobre todo por ver la pasión de los desarrolladores y las cosas que tenían en mente cuando crearon la cinemática. ¡Que los disfrutéis!




lunes, 21 de julio de 2014

47 Ronin (película 2013)

Tengo que admitir que esta película la vi en un momento de aburrimiento en el que no tenía muy claro qué hacer y que eso me llevó a no tener unas expectativas claras. Sólo buscaba entretenimiento y, sin lugar a dudas, es algo que encontré. El hecho de no ir con expectativas puede cambiar mucho mi subjetividad sobre la película, de esto que quede constancia. Con esto en mente, es hora de abordar un poco qué me pareció 47 Ronin (no pongo el enlace de filmaffinity porque me parece que la nota que le pongan puede influir mucho en el lector de esta entrada y eso es algo que no busco).

Se supone que la película es una adaptación al cine, bastante libre, de la leyenda de los 47 rōnin japonesa. En esta versión cinematográfica se le añade mucha fantasía a un relato que, hasta hace bien poco, incluso se consideraba real entre la población japonesa por su "verosimilitud". A día de hoy incluso se duda de si pudo ser verdad y como remanente material se encuentran las cuarenta y seis tumbas - pues uno fue perdonado - de los rōnin. Pese a todo, se mantienen algunos de los valores que, a mi punto de vista, eran principales en la historia: el honor, la tradición y el sacrificio.

Comencemos hablando un poco de los efectos especiales. Fue lo primero en lo que me fijé - creo que por motivos obvios - nada más comenzar la película. Son, a mi parecer, un poco forzados. No digo que estén del todo mal, simplemente que casi parecen metidos a calzador y no demasiado depurados en algunas partes. Puede que los creadores de la película fuesen excesivamente ambiciosos. No sé. De todos modos, ese toque un poco furruñero le da un encanto especial que sólo los que vemos las películas por puro entretenimiento sabemos ver. El usuario alternativo de series.ly se sentiría decepcionado con todo esto.


De entre todos estos efectos especiales tengo que remarcar el buen trabajo que hicieron con los tengu, los demonios del bosque, porque la verdad es que sorprenden e infunden un cierto temor sin alejarse demasiado de la forma humana. Supongo que esa fue la idea que mantuvieron en mente durante su desarrollo y supieron, tal y como yo lo veo, plasmarla. Luego está eso de que se muevan a ultravelocidad y que parezca que se deshacen en el aire. Eso vuelve a ser un poquito fantasmilla pero... en fin, tampoco prometía mucho más la película en el trailer - sé que a algunos sí, a mi no.

En lo referente a actores no tengo especial queja. Amo a Keanu Reeves, pero en esta película sobraba. Me explico: no pega un carajo un occidental entre tanto asiático. Me da igual que lo llamen mestizo y que, llegado un punto de la película, den una explicación a su existencia. Por muy siglo XIX que sea la película no me hizo ninguna gracia. Hubiese estado más lograda sin un occidental, pero no hubiera tenido tanta taquilla. Todos sabemos que Reeves vende. Ha sido así desde Matrix. Y es un bombón, no lo puedo negar. Pero, en fin, es una historia japonesa tradicional donde no pinta nada. De ahí que tuviesen que cambiar la leyenda original para meterlo. Otro elemento metido a calzador.

El resto de actores creo que dan bastante la talla. Todos son asiáticos excepto los del muelle holandés - o algo así era el tema - que sí tiene sentido que sean occidentales porque, bueno, lo tenían que ser. Supongo que era una zona donde se producían los intercambios con occidente. Tampoco me informé mucho. Es el momento en que aparece el tipo este todo tatuado con las pistolas y todos esos fuegos artificiales del trailer. No es un momento muy especial ni nada de eso, aunque pueda llegar a parecerlo. Casi parece una transición entre dos partes de la película. No os esperéis mucho de ese combate.

Tengo que hacer especial hincapié en el personaje de la bruja, - ¿se puede considerar esto spoiler teniendo en cuenta el trailer? - pues Rinko Kikuchi le da mucha personalidad y crea un personaje muy logrado. Supongo que es su expresividad corporal lo que de verdad convierte a la bruja en una bruja. Entima resulta que, investigando por ahí, me he enterado de que también es la actriz asiática de Pacific Rim y, ala, ya tiene una nueva fan. Me gusta esta tipa, es atractiva, expresiva y sabe hacer bien su trabajo. Ahí lo dejo. A comentar el que esté en contra - o a favor.

Dicho esto, podría ponerme a hablar del argumento pero creo que carece de sentido y que la gracia está en ver la propia película. Cierto es, sin embargo, que si conocéis la historia original os encontraréis con varias diferencias. De hecho, puede que demasiadas. Pero así es Hollywood: coge algo tradicional y lo convierte en un producto preparado para que el público lo pueda ver sin irse por complejos derroteros de reflexión. Prácticamente te dan masticado ya quiénes son los buenos y quiénes son los malos y como que no es necesario reflexionar qué hizo bien cada cual y qué hizo mal. Pero, en fin, no es tan mala película.

Se la recomiendo a quien quiera pasar un buen rato, sin más. No es una película que haga que re replantees tu vida ni tampoco es una grandísima película, pero al menos es entretenida. Las dos horas que dura se hacen relativamente amenas - más aún si eres fan de Keanu Reeves y de la cultura japonesa como yo. Es una buena película para un domingo por la tarde sin más que hacer o para un día de semana de verano en casa, como me sucedió a mi. Quien la vea, que lo haga sin prejuicios y la disfrute. En el fondo, a todos nos gusta desconectar y ver fantasmadas de vez en cuando.

Antes de acabar, me acabo de dar cuenta de que debería informar sobre el hecho de que, tras esta historia de honor y sacrificio - masculino, cof cof - se esconde una suerte de romance imposible/platónico. Lo aviso porque hay gente que no traga esas cosas. Yo al final incluso lo pasé un poco mal, como que me dieron penita. Eso sí, no porque la actriz que haga de Mika sea especialmente hábil representando el papel. Me pareció incluso un poco plana - ya vuelvo a hablar de interpretaciones. Ale, ya está, ya lo he comentado antes de acabar. ¡Disfrutadla - si podéis!



P.D.: Chikara es una monada de chico. El actor es muy mono - no digo guapo, digo mono. Se llama Jin Akanishi, por si queréis buscarlo.

miércoles, 16 de julio de 2014

Madrid 2014

Lo prometido es deuda y les debía esta entrada a mis dos maravillosos acompañantes: Aly/Seph/Svarti y Aitor/Anllares. No sé cómo de larga me saldrá o si omitiré algún detalle - también puede ser que lo haya olvidado o no me surja mientras escribo estas líneas -, pero los susodichos tienen los comentarios de entrada para corregir lo que se me pase o lo que omita o lo que diga con unos rodeos innecesarios. En fin, vamos a comenzar.

El viaje se inició el día dos de Julio, a las seis de la mañana en mi piso de Oviedo, cuando entré violentamente en el cuarto de invitados para despertar a Aitor, pues teníamos que pillar un tren a las siete de la mañana - gracias a que Aly no encontró otro horario para nuestra salida. Desayunamos más mal que bien y nos dirigimos, acompañados por mi querido Miguel, hacia la estación de trenes, donde nos despedimos de nuestro acompañante y nos montamos en un alvia. Tengo que decir que fue un viaje ameno, más que nada por ir acompañada y poder ir hablando de cosas varias. Mientras viajábamos decidimos que esa primera tarde la dedicaríamos a visitar tiendas de comics y la Fnac de Madrid para luego dedicar el resto de días a cosas más "culturales".

Llegamos a Madrid una hora antes de la prevista por el horario del tiquet - esto lo digo totalmente en serio - y tuvimos que esperar a que llegase Aly. Mientras esperábamos, ésta nos dijo que podíamos conseguir unos billetes para el tren de cercanías gratuítos, que venían incluídos en el viaje en alvia. Nos peleamos varias veces con todas las dichosas máquinas de la estación de Chamartín, pero ninguna nos prestaba el servicio. Incluso cuando llegó Aly no conseguimos nada. Así que, finalmente, cogimos el metro. Cuando llegamos a casa de nuestra anfitriona dejamos los bultos en la habitación de invitados y nos dispusimos a disfrutar de la comida que preparaba un italiano de comida rápida que hay bajo el piso de Aly, pues no nos tenía nada preparados - era necesario que remarcase esta parte, conste. 

Después de una partida de Munchkin - que gané, por cierto - consideramos que el calor era lo suficientemente soportable como para salir de casa y buscar una de las tiendas de cómics que Aitor había previsto visitar, una llamada Atom Comics que está en Fuencarral 134. El tipo que la regenta es majísimo y lo cierto es que tener un stormtrooper en la entrada le da mucho juego. La primera vez que fuimos no se nos ocurrió sacarnos una foto con dicho stormtrooper, pero la siguiente vez que nos acercamos - porque fuimos dos veces - sí que nos la sacamos. En esta tienda me pillé el primer número de la edición de lujo de Fábulas, que le tenía ganas, y la segunda grapa de Sandman Obertura. Una buena compra en un buen lugar. Tras ir a la fnac y ojear un par de tiendas más regresamos a casa y, si la memoria no me falla, esa noche no hicimos mucho más que hablar. Aunque no olvidaré que tuve que dormir en el sofá de casa de Aly porque la habitación de invitados, con la ventana medio abierta y sin ventilador era insoportable. Lo solucionamos al día siguiente, pero esa noche me dejé la espalda en el sofá.

El jueves amaneció con un cielo algo oscurecido por nubarrones. De ahí que todas las fotos que tenemos del palacio real y alrededores salgan con nubes como fondo. Ese fue nuestro destino de la mañana, así como los jardines de Sabatini. Estos últimos no los pudimos ver como dios manda porque estaban cerrados a la mitad para dar cabida a una suerte de conciertos de verano puestos en marcha por el ayuntamiento de Madrid. Los turistas y yo - que siempre me tomo estas cosas muy a pecho - nos pusimos de muy mala leche. Que perrada. 





Antes de comer caminamos hasta Plaza España y sacamos un par de fotos a la estatua de Cervantes, con Don Quijote y Sancho panza. En ese momento comenzó a llover. La lluvia no nos abandonó durante toda esa tarde, aunque iba a ratos. Lo bueno es que somos gente del norte y, fuera de comprar un paraguas para no llegar empapados a casa, no nos molestó en absoluto. Creo que hasta fue agradable que no hiciese un calor de mil demonios como hasta entonces. Para comer elegimos el parque donde está el Templo de Debod - que visitamos el domingo - y más concretamente el cenador. Juro que si ese parque tiene nombre, nosotros no lo comentamos en ningún momento. En dicho cenador fue donde Aitor trabó algo más que amistad con una botella de fanta que estaba prácticamente llena y abandonada y a la que "le encantaría hacerle el amor". Yo me encargué de que esa pequeña furcia naranja acabase en la papelera antes que en el estómago de mi amigo.

Como acabamos rápido de comer vagabundeamos bastante por las calles de Madrid, siempre relativamente cerca del Museo Cerralbo, que abría a las cinco. Estuvimos en la casa del libro de Gran Vía y finalmente nos dirigimos al museo. La verdad es que llegamos antes de que abriese y tuvimos que esperar unos minutos, así que entramos de los primeros de la tarde. El museo es una pasada. Ninguno de los tres se esperaba que fuese tan bonito y tuviese tantas curiosidades. No lo publicitan ni venden lo suficiente, porque podría tener muchos más turistas. El Marqués de Cerralbo era, sin duda, un hombre admirable. Nosotros, Aitor y yo, conocimos el museo gracias a nuestro profesor de Sociedades Cazadoras y Recolectoras de la Península Ibérica, que nos habló del Marqués y de su hogar, convertido hoy en museo. Al parecer se lo legó al estado porque no tenía herederos. Ciertamente se lo agradecemos. Todos se lo agradecemos. Además, en el museo se permitían las fotografías siempre que no tuviesen flash - lo cual fue un infierno en ciertos momentos - y fue el que más fotografíamos por ser el más desconocido y el primero.

Como volvimos temprano a casa Aly invitó a un amigo a venirse, jugar y cenar con nosotros y pasar la noche. El chico se llama Delfa. Es un encanto, de verdad. Estuvimos jugando a varios juegos y hablando de rol y de cosas varias. Incluso "sacamos a pasear" mi diario, cosa de la que dejo prueba visual en este mismo blog. La gente nos miraba raro, para ser sincera. Sobretodo a mi, con los pantalones cortos, las botas de montaña y arrastrando un libro atado a una cuerda por el suelo de la calle de Aly. Todo un espectáculo.

El viernes por la mañana nos despedimos de Delfa, que se tenía que ir antes, y fuimos de nuevo a Atom Comics, siendo esta la ocasión en la que nos sacamos la fotografía con el stormtrooper. Esa mañana no hicimos mucho más. Vale, me compré La Divina Comedia en una librería cerca de casa de Aly. Pero nada más. Por la tarde decidimos ir a ver el Museo Nacional de Antropología. Tengo que decir que, aunque estaba en Atocha, bastante lejos, mereció totalmente la pena ir. Contábamos con que fuese más pequeño y poder visitar en Andén Cero después, pero no fue posible. Resulta que el museo era mucho más grande de lo que contábamos e incluso no nos dio tiempo a visitar la planta de África, cosa que nos apenó mucho a los tres - sobretodo a Aitor y mi, pues Aly puede ir cuando le venga en gana. La entrada es gratuíta para estudiantes, así que si eres estudiante universitario asegúrate de llevar un justificante. Aunque, de todos modos, son sólo tres euros y merece la pena, repito.

Esa tarde/noche volví a casa reventada. No estoy acostumbrada a tanto movimiento ni a tener tanto dolor en los pies. Creo que esa noche vimos la primera mitad de Indiana Jones y el templo maldito, pero creo que también fue el día que "quedé inconsciente" encima de la cama, según palabras del propio Aitor. Ese fue el motivo de que viésemos sólo la primera mitad. Pero también fue cuando decidí que quería el gorro de Indiana Jones - ya lo había estado meditando antes, pues había uno en Atom.

El sábado teníamos planes. Fue el día que me encontré en persona con Jesús, una persona a la que le tuve un cariño especial hace cuatro años - digamos que es mi ex novio - en la Puerta del sol. Nuestro plan después de encontrarnos era ir hasta la Biblioteca Nacional, esencialmente para verla y sacarnos algunas fotografías con su impresionante fachada. Después de eso buscamos un sitio para comer y acabamos comiendo en un McDonald's decorado de acuerdo al día del orgullo gay que nos tocó vivir. Incluso pasamos por Chueca, cosa que quería hacer antes de irme de Madrid. Por la tarde dimos un paseo y fuimos al que fue uno de los museos que más disfruté a pesar del dolor de pies y piernas que venía arrastrando desde que empezamos el viaje.

Llegamos al Museo Arqueológico Nacional a eso de las cuatro y cuarto o así. Cuando entramos ya me quedé maravillada. Está muy bien organizado, todo colocado de forma que sea fácil la comprensión. El único inconveniente es que, en las salas que hay que seguir un orden cronológico, es bastante fácil perderse. Incluso el mapa es algo difícil de comprender, pero cuando le pillas el tranquillo todo tiene mucho sentido. Las vitrinas tienen paneles explicatorios, así como las estatuas, mosaicos, restos de iglesias, etc. Todo está ordenado cronológicamente por plantas y regiones del mundo - teniendo en cuenta que hay una sección en la planta superior sobre el Nilo y Nubia -, con lo que se hace muy ameno seguir las etapas históricas. Y el detalle de tener una planta intermedia dedicada a la numismática sencillamente me enamoró. Desgraciadamente cerraron el museo antes de que pudiesemos acabar de verlo, pero lo que vimos nos encantó a todos, yo creo. Mis pies acabaron muertos y tuve un dolor lumbar toda esa noche, pero mereció totalmente la pena.

El domingo Aly me había dicho que nos llevaría al Rastro. Tengo que admitir que lo que vi de él, en un comienzo, me recordó mucho a los mercados semanales de donde yo vivo, aunque en una versión masiva y enorme de ellos. Pese a todo, tenía cosas especiales. Ahí fue donde le compré a mi pareja su regalo de aniversario: un gorro de plato y un cinturón de la RDA. En algún momento subiré una fotografía de estos trofeos. Cerca de este lugar está la Plaza Mayor, donde se congregan gran cantidad de puestos con elementos de numismática y filatelia y donde yo disfruté como una enana. Me gasté unos quince euros en monedas y, después de unas cinco horas de recorrido, decidimos encaminarnos al Parque del Retiro, donde pretendíamos comer.

Fue una odisea llegar al Retiro, porque además teníamos que comprar pan y la calle por la que caminábamos no tenía ni un solo supermercado - una de las cosas que más odio de las calles de gente rica. Acabamos comprando un pan plastiquero en una tienda asiática cerca del Retiro y sentándonos casi al lado de la entrada del Ángel Caído para no tener que seguir andando. Tenía los pies destrozados - creo que todos los teníamos - y mucha hambre. Nos prestó por la vida poder sentarnos y comer a la sombra. Cuando acabamos, helado de postre incluído, fuimos a la caseta del guardia para que nos indicase donde estaban los servicios y él, muy amablemente, nos dejó tres mapas para guiarnos por el parque. Les dimos mucha utilidad Aitor y yo al día siguiente y también nos sirvieron para ir a visitar la Fuente del Ángel Caído. Estoy enamorada de esa estuatua. No es coña. Me he obsesionado muchísimo con Lucifer desde que la vi por primera vez el año pasado. Ahora vendrán religiosos extremistas y escoria varia a decirme algo. A pastar.

Por la tarde habíamos planeado ir a visitar al grupo de esgrima teatral y stage combat - sacada esta información de su página - en el que participa Aly. Un grupo llamado Versus. Como entrenan junto al Templo de Debod aprovechamos para visitarlo por dentro, pues la anterior vez que fuimos no nos daba tiempo. Es una pasada de sitio. En serio, merece muchísimo la pena pillarlo abierto y entrar. Nos habían dicho que no había mucho que ver, pero nosotros - quizá por la deformación profesional de estudiar historia - lo disfrutamos como enanos. Dentro se puede ver un documental sobre el propio templo, grabados originales sobre la piedra, parte del friso de la puerta monumental original y una maqueta maravillosa del sitio tal y como era en su época de esplendor. Merece la pena. Si vais a Madrid, molestáos en visitarlo.

El resto del la tarde lo pasamos viendo como entrenaba Versus. Es una pasada verles trabajar. Se esfuerzan mucho en lo que hacen y se nota que les gusta. Cierto es que les vimos con parte de su indumentaria, la que usaban para ensayar, pero aún así fue fantástico y muy espectacular. Además, está ese punto extra de poder hablar con ellos de primera mano y ver como se mueven fuera de un escenario. ¡Son una gente maravillosa! Si tenéis oportunidad de pasar un domingo por la tarde en Madrid, a partir de las seis ensayan junto al templo de Debod. Merece la pena pasarse a verlos.

Esa noche vimos la otra parte de la película de Indiana Jones y el templo maldito. La gente me odiará al saber que, a pesar de estar estudiando historia, yo no había visto hasta este viaje las tres películas de Indiana Jones. Había visto partes, pero no las había visto compeltas. Y Aly y Aitor hicieron el "gran esfuerzo" de verlas conmigo. Incluso me comentaron algunas partes para que no me perdiese. No sabía que me iban a gustar tanto. Aunque tengo que admitir que la que menos me gustó fue precisamente la del templo maldito. Es como que le faltaba acción, no sé.

Al dia siguiente, el lunes, Aly nos tuvo que abandonar para irse a jugar un rol en vivo que tenía planeado desde hace mucho tiempo. Es un rol que habíamos ideado ella y yo para jugarlo en Navia y que jugamos en navidades, titulado La Mansión Blar, nombre elegido en honor al color azul de la casita donde lo llevamos a cabo por primera vez. Como los roles en vivo hay que prepararlos con tiempo y antelación para que las cosas no salgan mal - nosotras tuvimos varios incovenientes la primera vez, inconvenientes que ella y Delfa, másteres de esta segunda ocasión, intentaron solventar - nos abandonó ya de mañana.

De esta guisa salimos Aitor y yo para caminar por el casco turístico de Madrid - Puerta del Sol, Cibeles, Puerta de Alcalá... - pero antes paramos en la librería de cerca de casa de Aly para que me comprase El Paraíso Perdido de John Milton. Hecho esto, pillamos un metro. Pero decidimos parsarons por una tienda de cómics que le habían recomendado a Aitor y que estaba cerca de la parada de Ópera del metro - la misma que usamos para ir al palacio real el primer día. Esa tienda se llama Mundo Fantasía y es, sencillamente, una pasada. Si vais a Madrid y os gustan los comics tenéis que pasaros también por aquí. Es un tipo de tienda distinto a Atom, pero igualmente maravilloso. Allí me hice con unos paquetes de comics de Lucifer a precio de ganga, equivalentes a los dos primeros tomos editados por ECC. Una pasada. Y Aitor se hizo con un comic que ya llevaba tiempo descatalogado. Es como una tienda de cómics a la vieja ausanza. Si podéis ¡pasaos por ahí!

Tras esto, al fin hicimos la ruta obligada de todo turista en Madrid. Caminamos hasta Puerta del Sol y continuamos por una calle - ahora mismo no sabría decir su nombre - pasando por el Instituto Cervantes y el Banco de España para llegar hasta la Fuente de Cibeles y, algo más allá, hasta la Puerta de Alcalá. Después entramos en el Parque del Retiro por otra entrada distinta a la que habíamos tomado la primera vez y vimos el lago o estanque del Retiro, la casa de Velázquez - que no es del Velázquez que todos conocemos, sino de un arquitecto que se llamaba así - y el Palacio de Cristal. En este último se estaba llevando a cabo una exposición alternativa y extraña en la que había puestas varias mecedoras con una selección de lectura entre la que se encontraba La máquina del tiempo.

Y como para esa tarde teníamos previsto visitar el Museo Nacional del Prado, caminamos hacia el Paseo del Prado para buscar donde comer. Pasamos por la Fuente de Neptuno y llegamos a un Burguer King donde comimos un menú sencillo y reposamos la comida antes de meternos en el museo de arte más impresionante que he visto en mi vida y probablemente uno de los más impresionantes - si no el que más - de Europa.

Como la anterior vez, no nos dio tiempo a ver el Prado al completo. Y eso que estuvimos como cuatro horas y media en él. Pero yo diría que apenas nos dio tiempo a ver la mitad, ya que íbamos disfrutando de lo que veíamos y no buscando las principales obras de los principales autores, como hacen muchos turistas. También he de admitir que estaba destrozada. La noche anterior fue bastante mala para mi y llevabamos ya muchos días esforzando el cuerpo. Eso sí, el Prado sigue siendo maravilloso aunque sea la segunda vez que vas. Es verdad que no se siente la misma emoción que la primera vez, pero sigue siendo igualmente impresionante y emocionante. Creo que no hace falta que recomiende una visita al Prado. Es uno de los imprescindibles de Madrid.

Esa noche, de regreso en casa, Aly estaba nuevamente ausente y nosotros planeábamos ver Indiana Jones en busca del arca perdida esa noche, pero acabamos liándonos a hablar e incluso leímos un buen cacho de la Divina Comedia. Es algo que hicimos en este viaje y que disfruté muchísimo. Yo leía el libro en alto y mis compañeros escuchaban. Después comentábamos pasajes que no comprendíamos o que nos habían llamado la atención. Fue genial. Me sentí muy de humanidades por primera vez en mi vida.

Y dado que la noche anterior no habíamos visto la película, la vimos la mañana del martes, antes de coger el autobús para marchar hacia El Monasterio del Escorial. Tengo que decir que, a pesar de ser la última, debió ser de las visitas que más disfruté. A decir verdad, los últimos tres días que pasamos en Madrid fueron los que más disfruté, en los que mejor me lo pasé. Y el Escorial es, sin dudarlo, una pasada. Es un sitio precioso, regio, enorme... lo tiene todo para ser un imprescindible de un viaje a Madrid, a pesar de que sean cuarenta y cinco minutos en bus lo que se tarda en llegar desde Madrid. Merece totalmente la pena. Nunca había visto un palacio real, ni una cripta real ni nada semejante. Todo es increíble. Lo digo en serio, merece muchísimo la pena. Cuando Aitor me lo propuso estaba un poco reticente, pero me alegro de haber ido. La pena es que nos olvidamos de visitar la zona de la armería. Una lástima. La próxima vez será.

Del escorial no tenemos muchas fotos porque no estaba permitido sacar fotografías en el interior del edificio. Sólo en los patios y los jardines. Y, aunque las fotografías sólo sean de estas zonas, son una pasada. Porque el sitio es... no sé, hay que verlo, hay que vivirlo para saber lo que se siente estando allí. A parte del hecho de que un edificio de esas características te mantiene fresquito a pesar del calor del exterior. Y no es sólo ver cámaras reales, también hay un museo de pintura y un museo de arquitectura centrados en el monasterio. Impresionante, en serio.

A nuestro regreso, en nuestra última noche en Madrid, vimos la última película de la trilogía de Indiana Jones: Indiana Jones y la última cruzada. Creo que fue la que más me gustó, sin lugar a dudas. A parte de esto, ordenamos nuestras cosas, pusimos en común los folletos y entradas - y las separamos en algunos casos - y lo dispusimos todo para, a la mañana siguiente, desayunar y marcharnos hacia Chamartín. El tren que cogimos fue el de las once de la mañana, con lo que para las cuatro de la tarde ya estábamos en Oviedo. El viaje fue fantástico. La compañía fue de lo mejorcito que podía pedir. En serio, chicos, muchísimas gracias por este viaje. Ha sido, muy probablemente, el mejor de mi vida - aunque tampoco es que yo viaje mucho. Sois lo mejor de lo mejor. Y Madrid es una ciudad fantástica.

Las imágenes las voy a poner como cuadre, no tengo ganas de ponerme a pensar si están en acuerdo con el texto escrito o no. Ciertamente omití las partes que menos me interesaron, como la parte de ver la Almudena o lo del Palacio de los Diputados. A mi esas cosas... me dieron un poquito igual. Pero todo lo que me gustó está reflejado. Por supuesto no se puede acercar a mis recuerdos o a los de mis compañeros, pero sigue siendo una mera entrada de blog. Al menos, aquí se queda, en el recuerdo. Buenas tardes y un saludo. Me duelen los dedos.


















Una de mis fotos favoritas del viaje.

La mejor compañía que se puede tener.








Las catrinas son una pasada.

Ese gran patrón de la historia española.

Como buenos historiadores.





Esta foto es genial: me siento como en mi familia.





Totalmente aleatoria. No nos juzguéis.

Es perfecto.











Los argentinos que nos la sacaron eran un amor.




Esta foto me parece una pasada.



Se convertirá en tradición mi foto con Velázquez.



La fuente de los evangelistas del Escorial.




Principales reyes bíblicos.